«—¿Qué cosa es esa? —Eso no es una cosa. Eso vuela. Es un avión, mi avión.
Me sentía orgulloso al decirle que volaba. El entonces gritó:
—¡Cómo! ¿Has caído del cielo? —Sí —le dije modestamente. —¡Ah, que curioso!
Y el principito lanzó una graciosa carcajada que me irritó mucho. Me gusta que mis desgracias se
tomen en serio. Y añadió:
—Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De qué planeta eres tú?
Divisé una luz en el misterio de su presencia y le pregunté bruscamente:
—¿Tu vienes, pues, de otro planeta?
Pero no me respondió; movía lentamente la cabeza mirando detenidamente mi avión.
—Es cierto, que, encima de eso, no puedes venir de muy lejos…»
De todos es conocido la famosa obra literaria que, bajo el nombre de Le Petit Prince, un aviador francés llamado Antoine de Saint-Expupéry, editase en el año 1943. Extraño es el joven, que bien por placer o por imperativo escolar, no ha leído este pequeño cuento protagonizado por un piloto y un niño proveniente de otro planeta.
Con estas premisas, y adoptando los iconos más significativos de la obra literaria, la editorial Asmodee puso a la venta, en 2013, la adaptación de juego de tablero, de este clásico de la literatura europea.
Diseñado por Antoine Bauza y el siempre valorado, Bruno Cathala, el juego obtuvo durante dos años consecutivos, numerosos premios y nominaciones en algunos de los más prestigiosos festivales lúdicos de nuestro continente.
A primera vista, su estética infantil y simplona, puede parecernos que es un juego diseñado para niños, y que poco o nada de diversión puede llegar a sacar un adulto. Nada mas lejos de la realidad, ya que la mecánica del juego, esconde algo más que dibujos simples y coloridas estampas.
Si habría que situar este Principito, dentro de alguna de las categorías generales de los juegos de mesa, se situaría entre un juego familiar y un filler. Y es que además de ser un juego con unas reglas sencillas (1,59 de peso en la bgg), sus partidas suelen ser bastante rápidas, sobre todo cuando se ha jugado más de una vez.
Llegados a este punto explicaremos,muy por encima, como podemos construir nuestro propio planeta, de forma que sea más valioso que el del resto de nuestros oponentes. Para ello contaremos con una serie de losetas de 4 tipos distintos. Cada uno de estos tipos van a formar las esquinas, los contornos y el centro de nuestro planeta. Y es que, cada uno va a estar representado por un total de 16 losetas, formando un pequeño mosaico de 4×4. Dichas losetas van a situarse bocabajo en la zona común de los jugadores, y en cada fase, el jugador que lleve el turno seleccionará 2, 3, 4 o 5 losetas (depende el número de jugadores) de uno de los tipos. Seleccionará una de ellas y dará el resto a un oponente a su elección, este realizará la misma acción y hará lo mismo, con las losetas restantes y los jugadores que aún no hayan seleccionado este turno. El participante que recibe la última loseta (la que quedaba), será el jugador inicial del siguiente turno, con lo que compensamos el quedarse con el sobrante.
Como podemos ver, en cada turno el orden de jugadores va a ser distinto, siendo este el punto mas táctico del juego, ya que en ocasiones nos interesará dejar las peores losetas a los que parezca que tengan los objetivos más claros, y esto únicamente podemos hacerlo dejándolos elegir cuando queden pocas opciones.
Pero ¿cual es el objetivo, si hay losetas suficientes para que cada jugador complete su 4×4? Bajo cada uno de los cuadrados de cartón, además del contorno del planeta, zona interior o espacio exterior, hay una serie de dibujos que representan los elementos más emblemáticos del famoso libro. Animales de granja, serpientes, farolas, baobas (el arbolito para los que no se hayan leído el libro), volcanes, rosas y estrellas son los elementos que van a venir repartidos por las diferentes secciones de nuestro planeta. Estas, una vez seleccionadas se colocaran descubiertas, con lo que todos los jugadores pueden ir viendo los recursos que vamos a obtener de cara a la puntuación final.
Únicamente hay una regla que se debe aplicar sobre la construcción de nuestro planeta, además de la de mantener la simetría esférica del mismo. No puede haber mas de dos baobas en él. En el caso de tener que colocar un tercero, tanto esta última loseta como las otras dos que ya estaba dispuestas en nuestra zona de juego, deben ser giradas, por lo que no puntuaran ninguno de los elementos que acompañaban al misterioso árbol. Eso si, tendremos la oportunidad de volver a colocar dos nuevos en este original planeta.
Pero ¿todo lo que ponemos nos puntuará tras la ronda final? Lamento comunicar que no, ya que las losetas de las cuatro esquinas, corresponden a los distintos personajes que protagonizan la historia de El Principito. Cada uno de estos personajes va a dar puntos a algunos de los elemento citados anteriormente, por lo que conseguir puntuar por todo va a ser casi imposible. Uno puntuará los animales, otro las estrellas, etc…
La gracia, y lo que le da ese toque táctico al juego, es que estas losetas de personajes van a permanecer oculta para el resto de los jugadores hasta finalizar el último turno. Por ello solo podemos intuir hacia que tipo de elementos va encaminada las acciones de nuestros oponentes, pero no lo sabremos a ciencia cierta hasta que no haya finalizado el juego.
Hay algunas reglas especiales que se aplicaran a estos elementos, como la que dice que las rosas no puntuarán si tenemos mas de dos en nuestro planeta, o la que indica que el jugador con mayor cantidad de volcanes en su globo, pierde tantos puntos como número de estos posea.
Sencillo, divertido, familiar y tremendamente adictivo esta adaptación lúdica del clásico de la literatura infantil cuya, única pega, puede ser el análisis-parálisis generado por aquellos que aún no dominen bien las reglas. Aunque, lo habitual, suele ser que en las primeras partidas los menos experimentados cojan las losetas por el numero de elementos que contiene, más que por lo que van a aportar en la puntuación final.